miércoles, abril 05, 2006

El Tema de la Semana: El Estrés Urbano

Lo Particular y Lo Universal

Un Cronopio iba a lavarse los dientes junto a su balcón, y poseído de una grandísima alegría al ver el sol de la mañana y las hermosas nubes que corrían por el cielo, apretó enormemente el tubo de pasta dentífrica y la pasta empezó a salir en una larga cinta rosa. Después de cubrir su cepillo con una verdadera montaña de pasta, el Cronopio se encontró con que le sobraba todavía una cantidad, entonces empezó a sacudir el tubo en la ventana y los pedazos de pasta rosa caían por el balcón a la calle donde varios Famas se habían reunido a comentar las novedades municipales.
Los pedazos de pasta rosa caían sobre los sombreros de los Famas, mientras arriba el Cronopio cantaba y se frotaba los dientes, lleno de contento. Los Famas se indignaron ante esta increíble inconsciencia del Cronopio, y decidieron nombrar una delegación para que lo imprecara inmediatamente, con lo cual la delegación formada por tres famas subió a la casa del Cronopio y lo increpó, diciéndole así:

- “Cronopio, has estropeado nuestros sombreros, por lo cual tendrás que pagar”.

Y después, con mucha más fuerza:

- “¡¡Cronopio, no deberías derrochar así la pasta dentífrica!!”.


Historias de Cronopios y de Famas” por Julio Cortázar


LA REALIDAD GLOBAL

Estrés: vida urbana, vida de estrés

Dr. Alfonso Santiago Marí

NetDoctor.es

La ciudad es un medio plagado de factores estresantes. El estrés se ha colado en la vida actual como un miembro más de la familia. Amenaza con echar la casa por la ventana si no se aprende a convivir con él y a no echarle la culpa de todos los males.

El protagonismo del Estrés como una de las enfermedades de la civilización, no tiene límite y sus costes laborales, sociales y personales tampoco.

El ruido, las prisas, la hiperactividad o el exceso de responsabilidades generan una tensión diaria a la que el organismo por supuesto responde.

La reacción más visible es la aceleración del ritmo cardiaco y la respiración, pero también se traduce en estados de irritabilidad, ansiedad, angustia existencial...

El concepto de estrés (del inglés stress, tensión) psicológico, que se acuñó en los años treinta y sobre el que se han realizado numerosos estudios, se podría definir como el estado del organismo que intenta compensar el daño que pueden provocarle determinados factores agresores de muy diversa índole.

Son muchos los factores que van a determinar una vivencia distinta del estrés. La edad, el sexo, la raza, la ocupación laboral, el temperamento personal o factores educacionales y familiares van a establecer la base de una realidad diferente y una respuesta variable ante el estrés.

Muchos expertos aseguran que el estrés no tiene por qué ser un fenómeno negativo y que por tanto, un cierto nivel de estrés en la persona puede favorecer una respuesta más ágil y rápida ante los problemas.

Ya sea para bien o para mal lo cierto es que el estrés psicológico, cuando somos capaces de controlarlo adecuadamente, nos hace estar más alerta y más dispuestos a actuar (como un estudiante ante un examen inminente, por ejemplo) pero también nos agota física y psicológicamente en caso de establecerse de manera crónica como una manera habitual de funcionar en el día a día.

Las altas dosis (sobredosis) de Estrés se proyectan sobre el absentismo, el divorcio, la Seguridad Social, el alcoholismo, la depresión, la caspa y caída del cabello, los problemas sexuales, la neurosis, el tabaquismo, el insomnio o la drogadicción. Y por si fuera poco También se apersona en el desarrollo del cáncer, el asma, la gastritis, la colitis, la migraña...

… y hasta los veterinarios le diagnostican estrés diagnostican a perros y gatos.

Modos de enfrentarse al estrés

Evidentemente, para muchas personas, determinadas soluciones como el cambiar de actividad profesional, o de residencia, de la ciudad al campo, no son viables en su plan de vida pero dentro de lo que constituye el marco cotidiano de cada uno, es posible recurrir a algunos consejos que puedan reducir nuestro estrés o al menos minimizar sus efectos nocivos sobre nuestro estado psicofísico. He aquí algunos de ellos:

Desvalorización: Restarle importancia a los problemas o adoptar el enfoque que permita la visión más benigna posible de los mismos.

Análisis y racionalización positiva: Se trata de buscar los mecanismos que nos permitan ver los problemas con objetividad, analizando con cierta distancia sus aspectos esenciales y el mejor modo de afrontarlos, asumiendo en ello las limitaciones propias de uno mismo y confiando al máximo posible en nuestra adecuada capacidad para resolverlos.

Organizar claramente un orden de prioridades tanto en objetivos como en actividades que se han de llevar a cabo, saber delegar cuando sea preciso, aprender a decir “no” a aquellos compromisos que sabemos que no podemos cumplir

Alimentación: Es importante controlar la dieta y el consumo de estimulantes (café, té, alcohol, tabaco, drogas...). En situaciones de estrés el cuerpo no da a basto para eliminar tóxinas y esto provoca una sensación de fatiga crónica

Relajación: Escuchar música, darse una ducha caliente o lavarse el rostro con agua fría son pequeños trucos que ayudan a relajarse, aunque no está de más acudir a métodos más sofisticados como el yoga, el masaje. Practicar algún deporte también es una forma de descargar tensiones.

EL CUENTO URBANO

Amanece en Mérida y su asfalto, se ven los primeros vestigios de sol en las montañas a través de los edificios de la dieciocho con la quinta avenida …la Torre Los Andes, el lugar más alto de la ciudad.

El caminante del centro transita por el borde de acera… y toda la gente se lanza a las calles para empezar otro día, estudiantes, vendedores ambulantes, mendigos, ejecutivos, profesores, niños, comerciantes, ladrones, policías, malabaristas, desplazados…

Las mañanas huelen a desayuno de 2.000 bolívares y un cafecito con leche incluido. De nuevo hay carros que intimidan a los caminantes de asfalto. Poco a poco, la ciudad retoma su estado; es un gran músculo latente, de nuevo inicia el incansable sístole y el diástole. Las células blancas y rojas de cuatro velocidades, inician la guerra de los centavos sobre sus tronos de acero. La gente cuelga de las puertas. Los estudiantes pasan sus tickets. Los huecos en la vía no respetan a los cauchos.

Mientras tanto, los caminantes van rumbo a su trabajo como balas. Y en un simple vistazo, se informan de los nuevos eventos, un leve eco de silencio persiste, los hace detenerse y mirar la pared. Letras amarillas, rojas, azules, verdes, negras, grises, atraen la atención de estas balas caminantes, hay eventos culturales para el miércoles jueves viernes, y sábado.

Pasa la mañana desapercibida, pero pronto llega la hora del almuerzo, con su payaso correspondiente. Parlante. Nariz roja. Sonrisa dibujada. Y dice:

- A cuatro mil quinientos el almuerzo, mire, venga y siga, venga y entre!

El caminante oscila. Vacila. Grita. Algunos entran, otros se dispersan y le ignoran. La carne es enorme. El arroz simple. La ensalada es un menjurje. La carne no se sabe que es, pero como dicen por ahí… al menos sirve para llenar “la panza.”

-Déme otro jugo por favor... y tome diuna vez le pago. ¿Son cuatro mil quinientos entonces? Déjemelo en tres mil quinientos, que no tengo pa´ la buseta.

Ruido. Nariz roja. Palabras y parlantes. Todo culmina, las horas han pasado, y la hora del almuerzo se ha terminado. Los clientes fueron bastantes, las ventas fueron bajas, los descuentos muchos. Sonrisa desdibujada.

Las horas pasan, en el reloj de la Catedral en la Plaza Bolívar….son las seis de la tarde.

La ciudad a esa hora, empieza a retomar su ambiente original. Melancolía, magia, tristeza, palpitación, sosiego.

Llueve... la lluvia y el cansancio. Todo se enreda en un sin fin de caminantes, que mezclan sus pensamientos con el agua y las miradas, algunas calidas y otras frívolas, disolviéndose.

Otros caminantes, sin notar diferencia en el clima, andan afanosos por la acera, esquivan todo lo que por el frente les pase, están deseosos de llegar a casa, pero la hora pico se los impide. La lluvia cae y sus gotas perforan el cerebro, mojan a quemarropa. Las sombrillas se estrellan entre si, como un juego de carritos chocones en el aire.

A algunos caminantes del centro, no los invade la desesperación de llegar a casa. Solo quieren caminar, vivir y aspirar los olores de la Gran Ciudad. Sentir el sístole y el diástole de la lluvia, la ciudad y sus predecibles habitantes. Ellos, sin preocupación, se dejan llevar por la masa y luego como en un juego de azar, penetran en un cálido lugar, un cafetín, dónde no se espera más, que una amable sonrisa y la protección de las pesadas gotas que caen.

El caminante del centro, se sienta, pide un café negro o un chocolate, un pastel con queso o pan con mantequilla. Medita. Piensa. Llora. Se aleja de la enorme urbe, que por un momento intentó invadirlo y ahogarlo. Mantequilla, chocolate, pan y queso.
Todo termina y hay que pagar, No hay reloj a la vista, No se sabe que horas son...

La ciudad, esta oscura y el ambiente empieza a transfigurarse. La ciudad, ya está invadida por otros entes; por otros caminantes. La ciudad, esta poseída por los personajes de la noche.
Luego del chocolate caliente, procede a seguir su vida como caminante del centro; Sale de nuevo a la calle.

El caminante del centro se ha convertido en un ente... Camina y piensa, piensa y camina, no sabe a donde ir.

El olor a soledad. Aparecen también los policías en su búsqueda incansable de culpables.

El caminante del centro hace su metamorfosis cuando culmina su agotado día. Abre la puerta y llega a su cálido hogar."


Son las casi 11:00Am del 05 de Abril de 2006...

Este programa ya fue transmitido hace dos semanas, en la TERCERA edición de "De Cronopios y Famas".
Mantener un estado permanente de "observación" del medio que nos rodea y cristalizar nuestras impresiones del mundo y las emociones que nos llevan en palabras... no es sencillo.


Hoy es miercoles y estamo a un par de horas de la CUARTA edición de "De Cronopios y Famas". Hoy saldrá al aire nuestra primera entrevista...

Al fondo suena: Todos Duermen de Gustavo Cerati